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REconocer la complejidad del ambientE

Construir la integralidad de la educación ambiental implica reconocer la complejidad del ambiente que habitamos y sus transformaciones. Entendemos al ambiente como un sistema complejo y dinámico, resultante de la interacción entre los sistemas naturales y procesos socioculturales que se manifi esta en un territorio y momento histórico determinado. Estas interacciones
no se encuentran ajenas a las relaciones de poder en las que se desarrollan y ponen de manifi esto tensiones históricas que es necesario reconocer para construir un saber ambiental de carácter complejo, integral y situado. Este eje es central en términos pedagógicos ya que resulta un punto de partida para comprender la compleja trama de relaciones que conforman el ambiente y a
partir de la cual se fundamenta la transversalidad de la educación ambiental integral.


Como todo concepto polisémico, la idea de ambiente3 ha cambiado a lo largo de la historia y son múltiples los sentidos atribuidos a este término. Es una noción que originalmente proviene de las Ciencias Naturales, en particular, de la Ecología que inicialmente imprimió en este concepto el énfasis en el estudio de los vínculos entre los seres vivos y su entorno, más que en los elementos de los ecosistemas en sí mismos. No obstante, cuando la crisis ambiental global se hace visible a mediados del siglo XX como una crisis social y no meramente ecológica, emerge “lo ambiental” como nuevo campo de estudio que pone de manifi esto la necesidad de abordar el ambiente desde diferentes cosmovisiones, disciplinas y saberes. 3 El término medio ambiente se considera una reiteración conceptual, ya que medio y ambiente poseen el mismo signifi cado (Bachmann, 2008).

La noción de ambiente, entonces, se diferencia de la naturaleza o de la ecología4, y a lo largo del tiempo ha transitado de una visión basada en la sumatoria de elementos físicos, químicos y biológicos que nos “rodean”, a una visión más amplia donde entra en juego la dimensión sociocultural con sus diferentes aspectos (políticos, económicos, históricos, éticos, tecnológicos, etc.) y sus múltiples relaciones. Así, el ambiente se confi gura como un campo de relaciones entre lo natural y lo sociocultural, entre lo material y lo simbólico, que forma parte de nuestra vida cotidiana y que es necesario complejizar desde la escuela.

Por lo tanto, reconocer la complejidad ambiental implica repensar-nos como parte de un todo más amplio: el ambiente. Frente a
la crisis ambiental global, reconocer esta complejidad es central para recrear los modos de habitar el mundo y vincularnos con
la naturaleza y entre todos y todas. Es fundamental, entonces, revisar lo que sucede en las escuelas en términos de enseñanza,
preguntarnos, por ejemplo, qué enseñamos cuando enseñamos temas ambientales, cómo los enseñamos, desde qué enfoques, a partir de qué preguntas y problemas, qué estrategias utilizamos, para abonar a qué propósitos, para construir qué saberes, en posn de qué sociedad. Por ello, reconocer la complejidad ambiental es también complejizar la enseñanza y desafi ar los modos de hacer escuela en clave ambiental.