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Trabajo con sitios de memoria

Los llamados “sitios de memoria” pueden ser un recurso muy vigoroso para la transmisión del pasado reciente. Cabe aclarar que los llamados “lugares de memoria” trascienden los sitios y también pueden servirnos para el trabajo educativo. Los “lugares de la memoria” expresan una voluntad colectiva de conmemoración y recuerdo, por ejemplo a través de una fecha, un episodio, un espacio o un objeto importante en relación a un determinado desarrollo histórico.

Fue el historiador francés Pierre Norá (2008) quien acuñó el concepto de “lugares de memoria” para referirse a esos sitios, sucesos u objetos que tienen un alto valor simbólico para una comunidad. 

El historiador planteaba que frente a una sensación de “aceleración de la historia”, marcada por crisis de modelos de estado, el pasado pasó a ser un terreno propicio para encontrar elementos de cohesión e identificación. En su análisis sobre la historia de Francia planteó la distinción entre historia y memoria, conceptos que entre sí guardan una relación antagónica (Norá, 2008). Decía allí que comparada con la historia, la memoria parece fundirse en otro concepto: el de identidad. No hay identidad social sin memoria. Pero, al mismo tiempo, no hay memoria espontánea por lo que se hace necesario identificar los “Iugares de la memoria”.

En el caso del terrorismo de Estado en Argentina es posible trabajar a partir de “sitos de memoria”: espacios recuperados para la memoria como ex centros clandestinos de detención, monumentos, placas recordatorias, nombres de calles, plazas, etc. Lo que vuelve a esos lugares “sitios de memoria” es la historia que concentran para diversos actores sociales. Su construcción como “sitio de memoria” se puede deber a una iniciativa estatal, pero en ocasiones es la voluntad de los movimientos sociales los que los tornan significativos. Al mismo tiempo, estos “sitios” no tienen el mismo sentido para todos. Un mismo espacio puede convocar memorias contrapuestas.

 En los últimos años, la recuperación de muchos de estos espacios abrió el debate sobre su sentido y sobre las formas en que había que hacer referencia al pasado en dichos lugares. La recuperación de la ESMA como espacio para la memoria es un ejemplo de estas discusiones que cobraron estado público. Además, aunque de modos menos conocidos, estas discusiones se activan cada vez que en escuelas, facultades, sindicatos y plazas se colocan placas conmemorativas de acontecimientos o de personas que fueron detenidas/desaparecidas en esos lugares. La recuperación de las marcas que dejaron esos acontecimientos o esas personas obliga a discutir el sentido de los “sitios de memoria”.

 Los “sitios de memoria” ponen en juego ciertas decisiones que están vinculadas al sentido de cumplir la función de conservar la memoria y, a la vez, proponer una narración sobre el pasado. Esa narración, lejos de ser objetiva, se apasiona por la memoria y busca que ésta circule generando una predisposición positiva a la escucha. Los “sitios de memoria” pueden ser un recurso potente para trabajar desde la perspectiva de lo local. Teniendo en cuenta preguntas tales como: ¿Qué lugares podrían considerar como “sitios de memoria” en su localidad? ¿Por qué? ¿Cuándo fueron construidos? ¿Dónde están ubicados? ¿Qué importancia tienen para la localidad? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian de otros “sitios de memoria”? ¿Quiénes determinaron qué sitios pueden ser considerados “de memoria” y cuál/es no? El trabajo reflexivo a partir de la identificación de dichos lugares, en algunos casos ya señalados y en otros aún no recuperados, es una posibilidad no sólo a nivel escolar, sino también a nivel comunitario.