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Trabajo con fuentes

Para poder concretar una propuesta que integre el contenido del pasado reciente y su relación con la construcción de los Derechos Humanos en nuestro país, podríamos proponer el trabajo con fuentes.  

¿Qué son las fuentes de información? Entendemos por fuentes todos aquellos testimonios del pasado que nos permitan confirmar o desechar las hipótesis que nos planteamos para investigar algún aspecto de ese momento histórico. Las fuentes pueden ser objetos materiales como construcciones, documentos, películas, diarios, fotografías, y testimonios orales o escritos (aunque estos últimos, por su especificidad, tendrán en este documento un tratamiento singular). Estos elementos serán fuentes de información en la medida en que podamos hacerles preguntas acerca de ese pasado desde el interés por la indagación de determinado aspecto. Para ello, necesitamos en primer término plantearnos una hipótesis de trabajo y enmarcar la misma en un espacio y en un tiempo determinado. Con la formulación de hipótesis –es decir, sabiendo qué queremos que los estudiantes busquen-, podemos iniciar la indagación en archivos, bibliotecas, hemerotecas o en la ciudad misma para dar los primeros pasos en el trabajo de investigación.

Una vez planteada la hipótesis de trabajo, podemos hacer una lectura de algunos de los escritos más significativos que existen al respecto, es decir, averiguar qué se ha escrito sobre la misma cuestión que queremos trabajar nosotros. Es entonces el momento de definir qué fuentes vamos a utilizar para poder ampliar algún aspecto de eso que ya existe o encontrar una nueva arista, por ejemplo a través de la consideración de la dimensión local. La búsqueda en periódicos locales, archivos y/o bibliotecas municipales o provinciales, o archivos fotográficos familiares o escolares son algunas de las prácticas de investigación que se pueden proponer como estrategias de trabajo. 

Por otro lado, si consideramos a quienes fueron testigos o protagonistas de la época estudiada, ellos mismos son fuentes de información y potenciales archivistas amateurs que podrían aportar otras fuentes como periódicos, fotografías, documentos, cartas, grabaciones de audio, etc. que fueron conservados en el ámbito privado y que, a partir de las reconstrucciones de los estudiantes, pueden atesorarse como elementos de valor y significatividad pública. Una guía adecuadamente elaborada con indicaciones claras y precisas de registro de fuentes de información, permitirá asegurar la autenticidad y conservarlas en el tiempo.  

¿Cómo hacer que las fuentes “hablen” acerca del pasado? Necesitamos, básicamente, contextualizarlas recabando información que vaya más allá de la que nos brinda a primera vista el material. Para esto podemos responder una serie de preguntas: ¿De qué año es la fuente? ¿Qué pasaba en la coyuntura local, nacional e internacional? ¿Cómo se produjo esa fuente? ¿Quién es el autor o qué editorial la publicó? ¿Cómo se conservó? ¿Quién la conservó y con qué finalidad y bajo qué riesgos?